Sinaloa vive en una polémica y escándalo, derivado del impacto que la violencia ha generado en cientos de familias que se han convertido en víctimas de la guerra que libran los grupos delincuenciales. Esta situación produjo una manifestación activa y específica de miles de sinaloenses que han expuesto su hartazgo. Han solicitado la renuncia del actual gobernador; pero la pregunta es: ¿En verdad alguien creé que ante la ausencia del gobernador, va a terminar el enfrentamiento entre las bandas que ocurre hoy día? ¿ O lo que sucede es una especie de catarsis colectiva, que en su desesperación y ansiedad grupal, buscan “un culpable”?.
En algunas mesas donde hemos tocado el tema, establecimos que lo que hoy sucede en Sinaloa, es algo inédito. Pues, así como la pandemia, nadie estaba preparado para hacer frente a una guerra entre criminales, jamás vista. Y no es para menos: detuvieron a uno de los líderes del narco más grandes de América.
No intento justificar la detención, mucho menos a los narcos, pero ante una situación como la que hoy se vive, no hay plan gubernamental que ofrezca resultados inmediatos. Tampoco intento justificar al gobierno. Pero no es tan sencillo enfrentar una situación de este nivel. No hay éxito, que se conozca, ni en Rusia o Estados Unidos, donde también hay altos niveles de delincuencia.
Lo que vemos ahora, a diferencia del anterior periodo de gobierno, es que están deteniendo a personas ligadas a la actividad delincuencial. Aunque los hechos no son suficientes para frenar el desarrollo de la guerra, sí se nota la acción del gobierno.
En medio de esa situación, ocurrió la muerte de un padre de familia y dos menores. Lo que indigna a cualquier ser humano.
Este lamentable hecho ha desencadenado una contundente expresión colectiva, de grupo, que ha sido bastante notoria en todo nivel. Miles han salido del anonimato a pedir la caída del gobernador. En ese punto se ha centrado el objetivo.
Nos preguntamos ¿y los narcos qué? A ellos no se les cuestiona. Por miedo — que es razonable — o porque era más fácil señalar a un “culpable”, en este caso al gobernador.
Desde la perspectiva científica, es entendible la actuación de miles de ciudadanos que padecen el impacto de esta ola delictiva. La desesperación, el miedo, la incertidumbre, colectiva, son conceptos que explican las motivaciones de quienes se dicen “hartos” de la violencia ante la poca actuación del gobierno.
El reconocido, Británico, Wilfred Bion, uno de los teóricos sociales sobre la psicología de grupos, en su obra “Experiencias en Grupos” ha establecido que una de las expresiones de los colectivos sociales puede ser que “el grupo enfoca en encontrar un chivo expiatorio para sus problemas”. Algo que nos parece que ayuda a explicar lo que sucede en Sinaloa.
Entonces, mientras que los grupos delincuenciales mantienen una guerra, como nunca antes visto, sin tregua, y ante la poca capacidad del gobierno federal o estatal para detener el fenómeno, miles de sinaloenses, desfogan su ansiedad buscando un “culpable”. Y nosotros preguntamos, en verdad, la salida del gobernador resuelve el problema? Creemos que no se resuelve.
Pero esta situación es muy cómoda para la oposición política, pues resulta fácil montarse en la narrativa de esos grupos víctimas. Ahora con ellos, o atrás de ellos, prefieren la caída del gobernador. Y eso mancha las legitimas demandas ciudadanas, y provoca que el problema se traslade al ámbito político. Sin que ocurran las soluciones de fondo.