Taller de Memorias en la Biblioteca McGregor de la Juárez, una conversación íntima con el yo del pasado

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Anécdotas para toda la vida

En una atmósfera cálida y profundamente humana, la Biblioteca Pública Municipal Carlos McGregor de la Colonia Juárez fue testigo de una jornada donde la escritura se convirtió en un puente entre el presente y el pasado. En esta sesión del Taller de Memorias, las palabras se transformaron en bálsamo y las hojas escritas por los participantes fueron espejos donde cada uno se reconoció con amor, con dolor, y sobre todo, con valentía.

Uno a uno, los asistentes tomaron el turno para compartir un texto profundamente personal: una carta dirigida a su “yo más joven”. En cada lectura se dibujaron emociones contenidas que, al encontrar salida, cobraron vida con una intensidad conmovedora. Las voces temblaron, las miradas se humedecieron, pero las sonrisas al final de cada relato dejaban ver un alivio que sólo otorga la liberación de lo no dicho, de lo que ha dolido y de lo que también ha sido motivo de orgullo.

La actividad no fue solo un ejercicio literario, sino un acto de reivindicación personal. Los escritos hablaban de resiliencia, de caídas y ascensos, de amores perdidos y encontrados, de errores que formaron carácter, y de desafíos que hoy, desde una nueva conciencia, se afrontan con renovada esperanza. Fue un reconocimiento explícito al propio valor, un abrazo al pasado con la sabiduría del presente.

No es casual que los textos surgidos en este taller tuvieran un tono casi poético. Los participantes demostraron, sin pretensiones ni poses, que poseen una sensibilidad natural para escribir desde el corazón. Sus palabras fluyeron con cadencia, ritmo y belleza, mostrando que la poesía puede nacer de cualquier historia si se cuenta con autenticidad.

Esta revelación de emociones fue posible gracias a la guía atenta y empatía de Johana García, quien ha sabido construir un espacio de confianza donde las personas se sienten escuchadas y libres. Su labor ha sido la de una sembradora de memorias: las prepara, las cuida y las ayuda a florecer para que cada participante pueda mirar hacia atrás sin miedo.

La sesión concluyó con un eco de aplausos, no por el talento expuesto, sino por el coraje de cada uno al compartirse. Fue un homenaje a las memorias que duelen y enseñan, que se guardan y se escriben, porque como bien dijo la escritora Isabel Allende:
“La memoria es frágil y el curso de una vida es muy corto y pasa tan rápido que no alcanzamos a ver la relación entre los acontecimientos. Pero si los escribimos, todo se acomoda.”

Este taller no solo escribe memorias. Las honra.