Andrés Manuel López Obrador (AMLO) creció y maduró como político al interior del PRI. Cuando este partido perdió rumbo e institucionalidad, muchos políticos como él lo dejaron y buscaron nuevos horizontes.
AMLO aprendió las estrategias políticas, poco conocidas y no escritas, usadas en el PRI, cuando este partido parecía indestructible, luego las puso en práctica en el PRD, y finalmente en Morena.
Un alumno del PRI que aprendió y superó al maestro. Así lo ejemplifica la magnífica estrategia recién empleada en Morena al definir y poner en práctica un acuerdo para encontrar candidato a la presidencia de la república.
AMLO usó el “respeto” y reconocimiento que le han atribuido al presidente de la república. Ese respeto o miedo a López Obrador fue el elemento clave para unir a figuras del tamaño de Monreal, Ebrad, Sheinbaum o Adán Augusto.
Su liderazgo fue más allá de las fronteras de Morena, pues a la estrategia de Palacio se han sujetado Noroña del PT y Manuel Velazco del Partido Verde.
Puso las reglas y tiempos para elegir, mediante cinco encuestas, al “coordinador” del proyecto 4T, que en realidad es para lograr la candidatura, pero le han sacado la vuelta al INE, por aquello de la Ley Electoral.
De los 4 de Morena uno será presidente, el resto ocuparán la presidencia del senado y de los diputados, y el próximo secretario de gobernación. AMLO puso en marcha su estrategia y una red para los “descalabrados”, que de entrada todos aceptaron.
Hoy día todos renuncian a sus cargos y harán campaña abierta, pero se trata de jugar un juego con reglas claras. Reglas que estaban ocultas en el viejo PRI, pero que no fueron escritas. AMLO las entendió y hoy las revela y las pone en práctica, cuyo fin es ganar las siguientes elecciones.