Cuando corrieron los primeros trascendidos en el sentido de que Alejandro Moreno Cárdenas (Alito) intentaba cambiar los estatutos del partido para permitir su reelección, creímos que era broma.
Pero ayer se confirmó que no. Se trata de una terrible acción política que sufre el partido que gobernó este país después de la Revolución Mexicana.
Un partido autoritario por esencia, que su dueño fue el presidente de la república en turno. Con una serie de estatutos donde cabían todos los sectores sociales. Acostumbrados al “dedazo” del presidente, el dirigente del PRI y su estructura hacia el territorio, eran disciplinados, obedientes. Así transcurrió el tiempo en el PRI hasta que llegó el año de 1988.
Ese año ocurrió un punto de inflexión en el sistema político mexicano, de acuerdo con la clasificación de partidos que expusiera Giovanni Sartori en la segunda parte de los 70, el PRI era un partido “Hegemónico” es decir, un partido casi único y dominante. En esa época quién era su candidato se convertía en presidente del país. Era todo de ellos.
Así era el PRI, con estatutos empolvados, pues no era necesario revisarlos: todo era cíclico en el PRI-Gobierno. El presidente mandaba, y todos atendían el llamado.
Pero uno de sus lemas, para congraciarse quizá con hechos icónicos de la revolución, era el “sufragio efectivo, no reelección”. Nadie buscaba reelegirse en el PRI, vaya ni en otros partidos, sobre todo en el PAN.
Pero Alito, ya pisando otro régimen de partidos, pues el PRI ya no es hegemónico, atendió bien las estrategias de Ricardo Anaya, expresidente del PAN quien también cambió los estatutos para poder ser presidente y candidato a la vez. Los resultados posteriores para el PAN fueron desastrosos.
Pues Alito ha entendido que ahora es necesario que su partido tenga un líder, un dueño, ya que no hay presidente de la República que lo sostenga. Entonces ha usado su poder y podrá ser presidente del PRI hasta 2030.
Alito es hábil como Maquiavelo para permanecer en el poder pero no para convencer hacia afuera. Cuando él llegó a la dirigencia el PRI, gobernaban 14 estados, hoy solo uno, Coahuila. Y han caído al 11 por ciento de preferencia electoral.
Entonces Alito no tiene calidad moral para haber hecho tal modificación. Pero quizás es motivado por el apetito de poder personal; el dinero que le corresponde al PRI, que son como 6 mil millones de pesos; o la posibilidad de negociar con la 4 T todo lo que viene.
Entonces parafraseando a la célebre obra del gran escritor Gabriel García Márquez, “Crónica de una Muerte Anunciada” puede ser un exacto presagio para el PRI en manos de su dirigente que ha cambiado las reglas para su uso personal.