Tal parece que pasadas las recientes elecciones federales y locales, todo mundo se prepara para la siguiente elección de gobernador de Sinaloa. Acción innecesaria para algunos y urgente para otros.
Los cambios a su gabinete que ha ejercido el gobernador, alimenta en buena medida, la posibilidad de un adelanto político para lo que viene.
El gobernador en medio de una feroz campaña mediática de linchamiento, seguro prefiere que se hable de cualquier cosa menos de los acontecimientos donde fue aprendido El Mayo y la muerte de Héctor Melesio Cuén. Son sucesos que no ayudan a la imagen de Sinaloa ni a la estabilidad necesaria del aparato gubernamental.
Entonces los cambios que ayer se hicieron, pudieran leerse en el contexto de generar otros temas de interés general y evitar en lo posible temas que no ayudan.
Pero la sucesion gubernamental implica también otro distractor y alteración en el orden político, donde el mismo gobernador tiene relevancia. Lo que él haga o deje de hacer, en terminos de quién lo suceda o a quien apoye, será de gran impacto en el terreno político y de gobierno estatal y municipal.
Hoy día se mantiene la idea de que Enrique Inzunza es quien se perfila para buscar la candidatura y suceder a Rocha para el 2027. Otros apuntan a Omar López. Ambos del círculo de amistad y lealtad al gobernador.
También suena fuerte Imelda Castro, ella más acercana a Claudia Sheinbaum que al gobernador. En ese contexto también se inscribe a Julio Berdegué, el próximo secretario de agricultura de México.
Hay quienes no descartan a Gerardo Vargas Landeros, también lejos del círculo del gobierno local y cerca del nacional.
Hay que decir que la operación política de Rubén Rocha Moya no es mala, en términos de política real. Las diferencias y acciones que tuvo con Luis Guillermo Benítez “En Químico”; con Jesús Estrada Ferreiro, le funcionaron. A ambos el periodo electoral los bajó a un nivel de casi nula posibilidad política -aunque en política no hay muertos- pero después del proceso electoral ambos están “en la lona”.
Aún más, su acérrimo rival, Héctor Melesio Cuén, tampoco está. Ayer el gobernador mandó a un tercer nivel de mando a Jaime Montes Salas, Morenista de nivel pero no del círculo que gobierna.
Al PAN y al PRI Rocha los tiene controlados, pues sus principales líderes están con él: Fernando Pucheta o Alejandro Higuera en Mazatlán, y como ellos, muchos en todo Sinaloa.
Tanto Rocha como Claudia Sheinbaum tienen el control del Partido Verde y del PT, por la alianza nacional.
Entonces el gobernador ha logrado limpiar el camino para poder ofrecer poder y garantía de dejar en manos de su partido quién lo suceda.
El problema es que la sucesión adelantada también le mete ruido al gobierno, a los municipios, debido a las acciones que aquí describimos, y por la alta expectativa de triunfo que goza Morena.
Como quiera que sea, la sucesion adelantada, por un lado beneficia, como tema de interés al actual gobierno, pero al mismo tiempo eleva la efervescencia política en todos los niveles, lo que puede generar una intensa disputa política que distraiga las acciones de buen gobierno en Sinaloa.