El Adiós al PRD deja un Hueco en el Sistema Político Tradicional de México.

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El PRD perdió su registro, al no alcanzar el porcentaje de votos que marca la ley. Un partido que ya había desaparecido desde antes, pues tenía varios años que ya no era referencia política, sólo fue usado en sus últimos tiempos para sostener a una pequeña oligarquía de políticos, a quienes ya no les interesó rescatarlo.

Surgió para enfrentar la política autoritaria del PRI y la falta de firmeza del PAN. Quienes lo fundaron después lo abandonaron: Porfirio Muñoz Ledo, Cuahutemoc Cárdenas y el mismo Andrés Manuel López Obrador.

El PRD en la década pasada era el más joven, pero por su composición interna, por sus líderes y miembros, era un partido “viejo”, es decir, que mantenia un nivel de penetración en la conciencia e ideología nacional, muy similar al PRI y al PAN, pues sus líderes en todo el país, generalmente eran personas que habían luchado en los movimientos clandestinos y urbanos en las décadas 60 y 70’s.

Los protagonistas del PRD eran gente que interpretaban igual que los del PRI o PAN, lo que México requería: sus problemas y desafíos.

Entonces el sistema político mexicano tenía una oferta muy sólida de partidos: una de centro derecha representada por el PRI; otra de derecha por el PAN; y una más de izquierda, la del PRD, con enfoque social demócrata, estrategia que había sido exitosa en Europa.

Fue en 1997, cuando el PRD obtuvo victorias que lo colocaron en la gloria política; triunfos que le otorgaron una alta expectativa de poder nacional, cuando ganó la jefatura de gobierno del Distrito Federal (DF) hazaña que se ha repetido para la izquierda por 25 años. Ese mismo año el PRD arrebató la supremacía al PRI en la cámara de diputados. Se colocó como segunda fuerza.

Y en ese periodo en Mazatlán, el arquitecto Armando Galván Gascón, el constructor de la discoteque “Valentinos” dio la sorpresa, ganó las elecciones por el PRD y fue diputado federal por el distrito 8 de este puerto.

Fue en el período de Andrés Manuel López Obrador cuando el PRD entró con mucha fuerza en todo el territorio nacional, siendo más evidente en la zona sur y centro del país.

Pero paradójicamente, fue con López Obrador, como dirigente, cuando los grupos al interior mostraron infinidad de desacuerdos, mismos que llegaron al escándalo público. De ahí el mote de “las tribus del partido” fenómeno que prevaleció generando una grave situación de falta de institucionalidad. Pues dejaron de respetarse.

Luego que Andrés Manuel López Obrador se retiró del PRD y fundó su Movimiento, también descarriló al PRD. Fueron miles de militantes quienes dejaron a los entonces dirigentes o cúpula, a “los Chuchos” Jesús Ortega y Jesús Zambrano.

Con esta dupla de dirigentes y con Morena ya galopando, el partido que surgió en 1989 inició su declive.

Así transcurrieron los años, hasta que sucedió lo inesperado: el PRD apoyó la iniciativa de reformas estructurales de Enrique Peña Nieto.

Lo que siguió fue una cosecha política muy débil, que solo alcanzaba para alimentar a su dirigencia con posiciones políticas y dinero del erario.

Hoy se ha ido el PRD, y lejos de su carencia de control interno, o de su falta de institucionalidad, deja un hueco en la concepción de sistema político tradicional, donde eran relevantes la ideología, la oportunidad de canalizar el conflicto social a través de un partido que sí representaba a sectores con pensamiento de izquierda, y con plena conciencia ciudadana.