Ayer Donald Trump tomó de nuevo las riendas de Estados Unidos de Norte América (EEUU). Lo hizo en medio de escandalosas amenazas en contra del mundo, pero sobre todo de México y Canadá, sus socios comerciales, y con quienes colinda su país.
Poner aranceles —multas— a varios productos que se producen en México y se venden en EEUU, si continúa el tráfico de fentanilo, representa un grave problema para nuestro país, como también lo es el que ocurran deportaciones masivas de inmigrantes.
Sinaloa y Mazatlán serían dos destinos donde las acciones de Trump podrían generar graves impactos negativos. Pues muchos productos que se cosechan en este Estado, se comercializan al otro lado de la frontera: hortalizas y granos, principalmente.
Al generarse los aumentos, sería muy costoso exportar y vender nuestras mercancías. Las ventas y el empleo caerían en Sinaloa.
En Mazatlán, el impacto negativo sería recibir a miles de indocumentados que no encontrarían trabajo a su llegada. El último censo publicado en un estudio de la Secretaria de Gobernación “Diagnóstico de Movilidad Humana en Sinaloa” del Centro de Estudios Migratorios de la Unidad de Política Migratoria, indican que en 2020 más de 17 mil Sinaloense se habían internado en el vecino país del norte. No tenemos los datos del total de inmigrantes sinaloense de los últimos 8 años, pero seguro serían el doble de la cifra arriba registrada, y lamentablemente son ellos el grupo más vulnerable, es decir, quienes están en las primeras listas para el arresto y deportación.
Si sólo tomamos como base los 17 mil registrados, y de esos, 4 mil sean de Mazatlán, son suficientes para generar un grave problema de desempleo en el puerto.
Porque hoy día, infortunadamente, aumenta el número de nuevos desempleados por el cierre de negocios que ocasiona la inseguridad que hoy vive este municipio.
En la zona rural de Mazatlán, Rosario y Escuinapa, por ejemplo, están paralizadas las actividades laborales porque ahí la violencia no cesa.
A este fenómeno le sumamos la llegada forzada de quienes tenían residencia temporal en EEUU, quienes llegarían a buscar un empleo que no existe. A este panorama debemos sumar que tampoco habrá el mismo nivel de envío de remesas.
Tan sólo por el envío de dinero Mazatlán recibe el 12 por ciento del total de Sinaloa (dato de la misma fuente citada). Si ahora faltara un 3 por ciento, por señalar una cifra baja, este elemento sería otro factor negativo que se sumaría al panorama descrito.
Entonces en Sinaloa y Mazatlán, deberíamos estar preocupados y ocupados en ofrecer alguna alternativa a los problemas que ocurrirían si las amenazas del presidente de Estados Unidos se hacen realidad.
Pues otro grave problema es que la política federal contra el crimen organizado se vería alterada, al declararlos en EEUU como “Terroristas”. Con esta medida habrá implicaciones en la zonas donde se asienta el narcotráfico, y por desgracia Sinaloa es parte importante en el origen de esas organizaciones criminales.