El gobierno de Mazatlán ha dado un paso importante: llevar el gobierno a donde vive la gente, es una política que pareciera irrelevante, pero en la práctica es fundamental para la ciudadanía.
Un amigo me decía que se trata de una estrategia “electorera” y respondí que igual y sí. Pero es, “en la otra cara de la moneda” también una oportunidad de gobierno ciudadano.
El gobierno que encabeza Edgar Gonzalez ha implementado esta política donde ofrece tiempo, espacio y oportunidad, a la ciudadanía. Un día a la semana cualquier mazatleco puede ver físicamente al alcalde y funcionarios.
Ahí se plantean problemas y soluciones. Hay casos en que solo basta la voluntad del funcionario para resolver añejos problemas de la gente. Y por el contrario, hay asuntos que implican tiempo: ahí se les da seguimiento. Eso es importante.
Ofrecer un canal directo, sin intermediarios entre el que gobierna y el gobernado, resulta interesante pues así se alienta la participación ciudadana, y también la eficiencia gubernamental.
Estos esquemas, por fortuna, en Mazatlán no son nuevos. Se han probado, y han sido exitosos.
El alcalde actual lo ha entendido y lo hace más práctico: recientemente sacó el programa de los muros del palacio municipal y lo llevó a la sindicatura de Villa Unión.
Ese lugar es uno de los asentamientos humanos más grandes, después de la ciudad. En ese mismo nivel están los problemas e inquietudes ciudadanas.
En el pasado no faltó quien criticara negativamente ese esquema, reduciéndolo a un simple ejercicio “populista y electoral”. Pudiera explicarse en ese contexto, pero ganar votos de esa manera, también es válido: conseguir simpatías resolviendo problemas, es una ecuación, si no perfecta, sí válida.