El siete de junio hubo fiesta en Mazatlán. Se entregó en la 29 edición el Galardón “Saúl Guevara” a lo más destacado del periodismo estatal. 17 periodistas recibieron esa distinción, por la trayectoria de 15 a 50 años en el ejercicio de la comunicación.
A propósito de este evento vale la pena una breve reflexión en el sentido de evaluar qué tanta libertad de expresión existe hoy día. Primero se nota que en las décadas de los 60 a los 80’s era el poder del gobierno quién se trevia a establecer toda variedad de yugos a la prensa —radio, televisión y prensa escrita—. La célebre obra de Julio Sherer García “Los Presidentes” dan cuenta de esa etapa y relación donde los presidentes de México, cada uno con su estilo, moldearon a su antojo a la prensa, sobre todo a la establecida en la ciudad de México.
Uno de esos caprichos del poder político sobre la prensa, aplica en la salida de Julio Sherer y un importante grupo de periodistas, que lo siguieron, al ser expulsado de la dirección del periódico Excelsior en 1976 debido a las críticas del periódico al gobierno de Luis Echeverría. Ese mismo año nació la revista Proceso, como respuesta a la represión y control que el gobierno ejercía hacia los medios críticos.
En la entrega del galardón “Saul Guevara” el platillo fuerte fue el homenaje a Francisco Chiquete Cristerna, reconocido periodista, que goza de una pluma excelsa, con una memoria envidiable, pues toma una entrevista sin apuntes ni audios, y la reproduce tal cual se dijo. El también autor de la columna política “Domingrilla” al recoger su premio, expuso algo que llama la atención: “…antes la censura y represión venía del poder del gobierno, pero ahora lo intentan hacer grupos fácticos…”
Y si ayer fue el gobierno, de todos los partidos políticos, quien agredía a la prensa por la inconveniencia de sus publicaciones, ahora es el poder del narcotráfico quien calla a los periodistas. O es lo mismo, la autocensura por el temor a la agresión. Situacion grave, por lo que podemos entender y afirmar que sí hay libertad de expresión, pero se mantiene amenazada. Algunos presidentes municipales o diputados, que han llegado al poder sin mayor experiencia, de inmediato preguntan ¿Quién escribe tal o cual línea? Siempre en la idea de poder controlar o callar a quien lo hace.
Una situación así degenera, a la de por sí débil democracia. En la universidad le dimos valor a la aportación científica del politólogo norteamericano Robert A. Dahl, quien dice que para que haya un avance real rumbo a la democracia debe haber ciertas condiciones o procedimientos. Uno de ellos es la libertad de expresión. Un pueblo que no la tenga está destinado a vivir en un ambiente político perverso, ante la carencia de libretad.
Por tanto, la libertad de expresión en México, se mantiene pero acotada bajo el yugo del poder político de inexpertos, y ahora por el narco, ante la autocensura.
