La violencia en la sierra agrega a la necesidad, el miedo. La gente quiere ver al gobierno patrullando.

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La violencia que azota a Sinaloa a consecuencia de la detención del Mayo Zambada y otros personajes, ha puesto en evidencia la falta de estrategia de las autoridades ante realidades distintas, si de zona urbana y rural se trata.

Es muy lamentable los sucesos de violencia generados al sur de la capital del estado y en comunidades como Concordia, en el sur de Sinaloa.

El miedo y la sosobra que estos hechos generan, afectan negativamente a la población de ambas zonas, pero la ausencia de las autoridades se nota más en las zonas rurales.

Apenas ayer, Voz Populi, recibió un par de mensajes a los correos oficiales donde llegan las denuncias y quejas. Fue conmovedor leer las líneas donde se exponía la angustia y desesperación de quienes habitan, por ejemplo, en las comunidades de Concordia.

Ahí llegaron hombres armados y abrieron fuego contra grupos ya conocidos. En medio de esa guerra quedaron la mayoría de los pobladores, por ejemplo de El Palmito o El Espinal. Gente que nada debe y nada teme, pero que los enfrentamientos les impidió seguir con su vida normal.

De por sí, quienes habiatan esas comunidades viven permanentemente con duras carencias, pues en medio de las balas y el terror, no hubo más remedio, como ellos lo dicen, que tratar de esconderse, o salir de sus lugares.

Para la mayoría de la gente ese fue un problema difícil de resolver, pues sin vehículos para moverse, y con el temor de ser catalogados como desertores, o huir por motivos que sean mal interpretados, todo se convirtió en una terrible pesadilla.

Acá ya no hay mucha gente. La mayoría se fueron en la escoba. Pero nosotros no tenemos a donde llegar. No tenemos familiares ni en Villa Unión ni en Mazatlán. Y ya no hay comida acá. Decía uno de ellos en su mensaje.

Otro escribió que era muy difícil animarse a dejar sus tierras, pues al irse se iba a secar la milpa o los animales se la iban a comer. También hay desesperación ya que al dejar sus casas, sus animales domésticos seguro morirían de hambre.

Como si fuerte el guión de una película dramática, así se leían los argumentos de quienes padecen la violencia en la sierra. Allá es distinto a la ciudad. Allá están solos.

Los mensajes coincidían en que no veían al gobierno por ningún lado, pero en cambio corre la información de que está llegando gente armada y desconocida a cada comunidad.

La gente en la sierra solo quiere ver a la autoridad ahí. Quieren ver el patrullaje para sentirse cuidados y mantenerse alertas pero con la posibilidad o confianza de que pronto esto va a arreglar y se va a acabar para regresar a la vida de antes: con muchas necesidades pero sin miedo.